Chile: elecciones y una nueva Constitución

Chile y las constituyentes en América Latina | Fundación Libertad y  Desarrollo
Fuente: https://www.fundacionlibertad.com/articulo/chile-y-las-constituyentes-en-america-latina

Paula Vidal Molina*

El 18 de octubre de 2019 es un hito histórico que nadie lo esperaba, las calles se llenaron de colores y pancartas con diversidad de demandas que en términos generales daban cuenta de una necesidad profunda del pueblo por realizar los principios de justicia, igualdad social y dignidad, lo cual exigía el cambio de la constitución de Pinochet. Producto de esa presión popular y de trabajadoras/es en las calles (no podemos dejar de mencionar que las consecuencias de la movilización social dejaron torturados, muertos, mutilados y presos políticos que hoy siguen sin reparación ni justicia), el plebiscito y la última elección del 15 y16 de mayo de 2021, muestran que la derecha ha sufrido un gran golpe, del cual es incierto que pueda volver a recuperarse en el corto plazo.

Elecciones y necesidad de cambiar el orden neoliberal en Chile

El 18 de octubre de 2019 nadie imaginó que marcaría un antes y un después en la historia político-social chilena, millones de personas en las calles clamaron por dignidad y justicia social, clamor que fue conducido por la casta política y de espaldas al pueblo -después de la firma del 25 de noviembre de 2019- por la vía electoral para aprobar o no el cambio de la constitución (mediante plebiscito del 25 octubre de 2020) y posteriormente, la elección de convencionales que redactarán la nueva constitución, a la que se sumó la elección de gobernadores, alcaldes y concejales (15 y 16 de mayo de 2021).

El consenso de las clases dominantes respecto del acuerdo fue un mecanismo de control porque:1) anuló la alternativa de cambiar la constitución a través del mecanismo de la asamblea constituyente, como expresión de la soberanía y autodeterminación del pueblo; 2) fijó el marco para la aprobación de sus mociones con un quorum supramayoriatrio de 2/3 de sus integrantes y 3) incorporó la cláusula de que hay materias que no deberán ser tocadas como los tratados internacionales (30 firmados por Chile).

Las votaciones fueron postergadas debido a las erráticas y fracasadas medidas impulsadas por el Gobierno de Sebastián Piñera para controlar las consecuencias económico-sociales y de salud de la población en pandemia, por lo que se generó una incertidumbre acerca de los resultados y la legitimidad de las votaciones, una vez realizadas las elecciones. Sin embargo, los resultados del plebiscito fueron claros: terminar con la Constitución de Pinochet. No solo el histórico nivel de participación de la población bajo el sistema de votación voluntaria, 50.7% (7.569.082); el padrón electoral nacional es de 14.900.190, sino también por la mayoritaria aprobación que tuvo -78,28%- cambiar la Constitución de Pinochet, lo demuestran.

Las elecciones del 15 y 16 de mayo -donde además de convencionales, se eligieron gobernadores, alcaldes y concejales- mostraron tres grandes fenómenos: a) una baja en el nivel de participación respecto del plebiscito (tendencia que se observa desde 2012); b) un desplome de los sectores de la derecha y el centro político, y c) una votación que se corre hacia la izquierda con victorias de municipios emblemáticos de la derecha junto a una entrada a la convención constitucional de representantes que no militan en los partidos tradicionales de la izquierda, pero que surgen de la revuelta o rebelión del 18 de octubre de 2019.

Respecto de la baja en el nivel de participación al compararse con los datos del plebiscito, los datos muestran que solo votó el 43,41%, (https://www.servelelecciones.cl/) del electorado, es decir, 6.468.750 de personas y un equivalente al 38,3% de los votos válidamente (5.711.254), para elegir los convencionales. Por lo tanto, la abstención alcanzó casi un 57% y la baja respecto de la elección del plebiscito fue en más de un 10% para los convencionales. Las razones que pueden explicar dicho nivel de abstención, no se han estudiado, algunos sectores de izquierda señalan que se debe a que se fue gestando una decepción del proceso en los sectores populares que no se sienten llamados por las formas tradicionales de representación (ejemplo de ello es el análisis de Rafael Agacino en https://www.youtube.com/watch?v=i7ZRFfhGERM ); una hipótesis importante de tener en consideración para los análisis futuros acerca de la movilización social.

Por otro lado, las elecciones de los convencionales dieron cuenta que la derecha es la más golpeada porque no alcanzó a manejar el tercio que esperaba, ya que, del total de los 155 elegidos, la lista Vamos por Chile (de la derecha) obtuvo 37 cupos. Un segundo golpe lo recibió la lista del Apruebo (alianza de la centro-izquierda de la ex concertación), donde la Democracia Cristiana obtuvo solo 2 cupos y el Partido Por la Democracia (PPD) 3 cupos. A diferencia de 77 cupos que provienen del pacto –del Frente Amplio y el Partido Comunista (con 28), de la Lista del Pueblo (27 cupos, principalmente activistas y dirigentes sociales), de listas locales (con 7) y de pueblos originarios (con15).

Otra consecuencia de las elecciones, son las votaciones que recibieron alcaldes y concejales. Si bien, en términos absolutos, la derecha a nivel nacional se mantuvo como primera fuerza en las elecciones de alcaldes, fue el gran perdedor en términos relativos porque la UDI tuvo una baja de 21 municipios y Renovación Nacional de 15 menos alcaldías que las obtenidas el 2016 (Emol.com, https://www.emol.com, 2021/05/17). El gran golpe que tuvieron fue haber perdido la Municipalidad de Santiago, la más importante del país, a manos de una joven economista, feminista y militante del Partido Comunista. En este sentido, sectores de la izquierda como el Partido Comunista y el Frente Amplio mostraron una tendencia al aumento en alcaldías y concejales a nivel nacional, aunque los grandes ganadores fueron los candidatos independientes, lo cual da cuenta de la crisis de los partidos políticos como ámbitos de representación de la ciudadanía.

Se abrirán las grandes Alamedas…

Aún con los problemas de abstención, los resultados de las elecciones, especialmente las vinculadas a los convencionales, abren un escenario impensado y favorable para las demandas del pueblo respecto de cambiar el marco normativo-jurídico que sostiene el neoliberalismo chileno. Reconocer estas condiciones favorables en la correlación de fuerzas a favor de las demandas y necesidades del pueblo y la clase trabajadora es fundamental, pero sería un error creer que estos cambios están garantizados –como señala Goicovic (2021)- solo por contar con una mayor cantidad de convencionales. No se debe desconocer que la derecha política y económica ligada a la antigua oligarquía y a la alta burguesía vinculada al sistema financiero y la gran industria nacional e internacional, no está dispuesta a perder sus privilegios, por ello no debe extrañarnos que, en este contexto de lucha de clases, intente permanentemente impulsar procesos de restauración. Sin embargo, no les será fácil porque las elecciones presidenciales de noviembre próximo van a ser disputadas por la izquierda antineoliberal que elegirá su candidato único en las elecciones primarias de julio, entre el Partido Comunista con Daniel Jadue y el Frente Amplio con Gabriel Boric.

En síntesis, el desafío es enorme para la elaboración de una nueva constitución con un claro sello popular, plurinacional, antipatriarcal, democrática y de protección de la naturaleza, por ello, la presión desde la calle y la movilización social organizada deberá extenderse desde la elaboración hasta la ratificación de la nueva constitución, para evitar que este proceso constitucional avance hacia un modelo neoliberal legitimado por una nueva constitución construida por un acuerdo nacional.

Sabemos que la lucha por concretar la dignidad, la justicia social y la igualdad exige ir más allá del capitalismo y su lógica y ese proceso implica una permanente discusión sobre la crisis estructural del capitalismo, pero sobre todo imaginar y construir las salidas que necesitamos con urgencia como sociedad.

*Chile, GT Crisis y Economía Mundial, docente de la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile.